COMO RELACIONARNOS CON DIOS.
OBJETIVOS.
En esta Unidad aprenderás el camino que propone la moral cristiana para encontrarse con Dios. Para ello, valorarás la importancia de conocer los tres primeros mandamientos, y descubrirás las actitudes y los comportamientos que los cristianos deben seguir para poder relacionarse verdaderamente con Dios. Por último, descubrirás cuáles son los falsos caminos que alejan de Él y que, en último término, impiden dicha relación.
MANDAMIENTOS DE LA LEY DE DIOS.
1.- Amarás a Dios sobre todas las cosas.
2.- No tomarás el nombre de Dios en vano.
3.- Santificarás las fiestas.
4.- Honrarás a tu padre y a tu madre.
5.- No matarás.
6.- No cometerás actos impuros.
7.- No robarás.
8.- No darás falso testimonio ni mentirás.
9.- No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
10.- No codiciarás los bienes ajenos.
LA MORAL DE LA RELACIÓN CON DIOS.
El Decálogo o los Diez Mandamientos resumen la moral cristiana. Los tres primeros resumen la moral de las relaciones de la persona con Dios: amarás a Dios sobre todas las cosas, respetarás el nombre de Dios y santificarás las fiestas. Se refieren a obligaciones que el creyente tiene con Dios como único Señor. El resto de los mandamientos resumen la moral de las relaciones de la persona con los demás: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No obstante, esta clasificación no quiere decir que los primeros sean más importantes que los segundos. Todos los mandamientos forman una unidad.
La moral de las relaciones de la persona con Dios es una dimensión de la moral cristiana general. Es uno de los aspectos o morales particulares que forman la moral personal y social del cristiano, entre las que están: la moral cristiana del consumo, de la sexualidad, del medio ambiente, etc.
AMAR A DIOS.
El primer mandamiento enseña a los cristianos a relacionarse con Dios mediante la fe, la esperanza y el amor. Se cumple gracias a las siguientes actitudes y comportamientos: amarle a través de los demás y respetando la naturaleza, adorarlo (reconocerle como Dios Creador y Salvador), la oración ( dialogar con Él de todo corazón), el sacrificio (realizar obras para unirse más con Dios y para el bien de los demás), las promesas y los votos (realizados a Dios a través de los sacramentos, las oraciones, las limosnas, el buen comportamiento, etc.).
Además, invita a evitar las actitudes y las costumbres que impiden el encuentro entre Dios y la persona bautizada. Entre ellas, destacan la incredulidad, la duda constante, la herejía, la apostasía, la pereza espiritual, el orgullo de creerse superior a Dios y a los demás, la indiferencia y el provocar cismas en la propia Iglesia. También prohibe creencias que manipulan al ser humano, como la superstición, la idolatría, la adivinación, la magia y el sacrilegio.
VOCABULARIO.
ACTITUD: Es la predisposición psicológica de la persona, que la influye en sus comportamientos y valoraciones. Puede ser positiva o negativa, de aceptación o rechazo hacia cualquier aspecto de la realidad: el dinero, Dios, etc.
VOTOS: Son las promesas hechas a Dios, la Virgen o un Santo o Santa. Los votos más relacionados con los consejos evangélicos son la pobreza, la obediencia y la castidad. Estos son los que profesan los miembros de las órdenes religiosas.
APOSTASÍA: Es el rechazo total y de forma consciente a la fe cristiana.
SACRILEGIO: Es profanar o tratar indignamente los sacramentos, las personas, los lugares y objetos sagrados, especialmente la Eucaristía.
BLASFEMIA: Es usar de manera injuriosa o insultante el nombre de Dios, de Jesucristo, de la Virgen María o de los Santos.
RESPETAR SU NOMBRE.
Este mandamiento recuerda el deber de utilizar convenientemente las palabras relacionadas con Dios. Entre todas las palabras de la revelación, hay una singular: su nombre. A través de él, Dios revela su misterio personal. La persona no debe emplearlo para sus intereses, sino para bendecirlo, alabarlo y glorificarlo. El nombre es sagrado y debe respetarse porque expresa lo más profundo de Dios y porque Él llama a cada persona por su propio nombre: “Te he llamado por tu nombre, mío eres” (Is 43,1).
El cristiano tiene el deber de adorar, respetar y testimoniar el nombre de Dios. Del mismo modo, prohibe su mal uso, como la blasfemia, el perjurio, su uso mágico y el juramento en falso con su nombre. La Iglesia concede tanta importancia a su nombre, que muchas oraciones y gestos comienzan precisamente con su invocación: “En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”.
SANTIFICAR LAS FIESTAS.
Una de las normas más importantes de la religión judía consiste en dedicar el sábado a descansar y dar gracias a Dios: “Guardarás el día del sábado para santificarlo” (Deut 5,12). El domingo es el día de fiesta para los cristianos, por ser el día de la resurrección de Jesús.
Todos los domingos y las demás fiestas de la Iglesia, los cristianos tienen la obligación de participar en la Eucaristía. También deben descansar de los trabajos cotidianos y disfrutar más de la familia, los amigos, las actividades culturales, sociales, recreativas, religiosas, etc.
AYUNO Y SACRIFICIO.
Desde los orígenes del cristianismo, la Iglesia consideró que el ayuno y la oración favorecían el acercamiento de las personas a Dios. Por ello, surgió la figura del santo y la santa eremitas , que abandonaban su vida para retirarse a lugares aislados (cuevas, grutas, lugares desérticos, bosques, etc.) y poder así meditar sobre Dios.
Uno de los más curiosos fue Simón el Estilita (521-597). Pasó los últimos 45 años de su vida encaramado a una columna de 10 metros de altura, situada cerca de la ciudad de Antioquía (Siria). Comenzó su vida de mortificación atándose a una roca; con ello se aseguró que no abandonaría su ayuno de cuarenta días. Como las órdenes monacales no le ofrecían el modo de vida austero que él buscaba, decidió marcharse al desierto e instalarse sobre una columna para aislarse completamente del mundo. Para resistir el frío, se cubría solamente con la piel de un animal; para saciar el hambre, se alimentaba de lo que le ofrecían las pocas personas que pasaban por allí. Su fama de santidad provocó las visitas de personajes ilustres, como el papa León I y el emperador Teodosio .
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