TEMA 3. Doctrina social de la Iglesia.
OBJETIVOS:
1.
Analizar la cuestión social surgida a raíz de la
revolución industrial, conocer la reacción de la Iglesia y valorarla
críticamente.
2.
Recordar los problemas sociales que tuvieron
lugar durante los pontificados que van desde León XIII a Pío XII y conocer la
respuesta de los papas a estos problemas.
3.
Conocer y
valorar la respuesta de la Iglesia
conciliar, encabezada por Juan XXIII y Pablo VI, a los problemas sociales
de su época.
4.
Conocer y
valorar la respuesta de la Iglesia Local
a los problemas sociales que hoy tiene planteados nuestra sociedad.
LA
CUESTIÓN SOCIAL.
El objetivo inicial de la
Doctrina Social de la Iglesia es la “cuestión social”, es decir, el conjunto de
problemas socioeconómicos surgidos en determinadas áreas del mundo europeo y
americano como consecuencia de la revolución industrial” (Congregación para la
Educación Católica, Orientaciones, 3 PPC, Madrid).
Ante
esta situación surgió un movimiento reivindicativo: sindicalismo, socialismo
utópico, marxismo... ¿Dónde estaba la Iglesia? ¿Por qué se alejaron de ella
masivamente los obreros? Para responder a estas preguntas es necesario conocer
los antecedentes históricos y el contexto político.
Antecedentes históricos: revoluciones políticas y
nuevo régimen.
A
finales del siglo XVIII se suceden una serie de revoluciones que echaron por tierra las estructuras del Antiguo
Régimen, basado en el absolutismo regio, según el cual el rey era la autoridad
suprema, en cuanto que recibía su soberanía directamente de Dios.
En 1.776 los EEUU de América se independizan del Reino Unido, constituyendo una república confederada y democrática, cuya soberanía reside en el pueblo.
Los países iberoamericanos inician los movimientos independentistas que se consolidan a lo largo del siglo XIX.
La Revolución Francesa de 1.789 puso fin a la estructura social del Antiguo Régimen formada por dos grandes grupos: los privilegiados (nobles y clero) y los no privilegiados (funcionarios, campesinos y clases populares), abolió los privilegios, se mostró hostil con la monarquía y con la Iglesia, e implantó el Nuevo Régimen, basado en la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano.
La
Revolución Francesa traspasó los límites de Francia y se convirtió en fermento
revolucionario para toda Europa, donde se irán sucediendo una serie de
revoluciones a lo largo del siglo XIX: Francia (1.830), Roma (¡.848), que
expulsó al papa de los Estados Pontificios, aunque este logró recuperarlos
gracias a la ayuda de algunos países católicos. También España, Alemania y
Bélgica conocieron movimientos revolucionarios que se opusieron a la Iglesia.
Actitud hostil hacia la Iglesia, que se repliega en
sí misma.
La
Revolución Francesa proclamó los fundamentos de la nueva sociedad en el célebre
eslogan, libertad, igualdad,
fraternidad, que, junto a la Declaración de los Derechos, se convertiría en
la base del Nuevo Régimen.
Pero
a la Iglesia no le fue fácil reconocer el sentido profundamente evangélico de
esos tres principios ni de la Declaración de los derechos a causa de la actitud
hostil y anticlerical de los revolucionarios, que nacionalizaron los bienes
eclesiásticos, suprimieron las órdenes religiosas e incluso llegaron a abolir
el cristianismo, instalando en las iglesias el culto a la diosa razón.
La
Revolución Francesa fue extendiéndose por toda Europa: los revolucionarios
llegaron hasta Roma y apresaron al papa Pio VI, que murió prisionero. Su
sucesor, Pío VII, también fue hecho prisionero por Napoleón I, que invadió los Estados Pontificios.
A
la caía de Napoleón (1.814) se produjo un movimiento de reacción y
conservadurismo que se materializó en la Santa
Alianza del Congreso de Viena (1.815). Ésta, intentó legitimar la monarquía
absoluta en el célebre principio del despotismo ilustrado: “Todo para el
pueblo, pero sin el pueblo”. También se pensaba en la utilidad de la unión
entre el trono y el altar.
Ante esta situación, la Iglesia
se replegó en sí misma, negándose a participar en la marcha de la vida pública.
La revolución industrial y la cuestión social.
La
revolución social está íntimamente ligada a la revolución industrial: ésta comenzó el siglo XVIII en Inglaterra,
extendiéndose a partir del siglo XIX por toda Europa. La revolución industrial
surgió como consecuencia de varios factores: descubrimientos científicos
aplicados a la técnica, avances tecnológicos aplicados a las máquinas, máquinas
aplicadas a la producción. Aparecen las fábricas; en torno a las fábricas,
masas de obreros que emigran de los pueblos a las ciudades; estas se hacen cada
vez más grandes, surge así la sociedad industrial.
Con la Revolución Industrial se da también un cambio de estructuras económicas: frente a la nobleza terrateniente, aparece la burguesía capitalista, que se adueña de los medios de producción y se rige por unas leyes basadas en el liberalismo económico: oferta y demanda, competitividad, libre mercado..., es decir, unas leyes que discurren libremente de forma natural, por encima de cualquier consideración ética y sin que deba intervenir el Estado.
Naturalmente, este liberalismo económico solo tenía en cuenta los intereses del capital, desarrollando un capitalismo que daba a los bienes materiales un valor predominante. Los obreros estaban sometidos a la ley de la oferta y la demanda; para competir, había que abaratar el producto a costa de los obreros, que en principio concurrían a montones en busca de trabajo; tenían que trabajar hasta doce y dieciséis horas diarias por un salario mísero, sin seguridad e higiene, viviendo apiñados en viviendas insalubres, sin asistencia social ni previsión alguna.
Esta
situación movilizó a los obreros, que empezaron amotinándose de forma
desorganizada por las calles y fábricas. Luego se unieron y se organizaron en asociaciones sindicales para
reivindicar sus derechos; pero las autoridades políticas no reconocían el
derecho de asociación, persiguiendo a estas asociaciones, que acudieron a
manifestaciones y huelgas para defender sus derechos.
Ante
esta injusta situación del proletariado, surgió un grupo de pensadores que
propuso el socialismo como única
solución para acabar con las desigualdades e injusticias producidas por el
capitalismo. Se trataba de crear una sociedad igualitaria y fraternal, e
incluso en el mismo Evangelio –como el ideario socialista del conde
Saint-Simon-. Para ello había que abolir la propiedad privada y crear un nuevo
orden social. Hubo algunas experiencias de comunas agrícolas e industriales que
no prosperaron. Marx calificó este movimiento de “socialismo utópico”, es
decir, de demasiado ideal y, por tanto, irrealizable.
Carlos Marx (1.818-1.883) propuso un socialismo más radical, que él llamó “científico”, en
contraposición al socialismo utópico. En 1.848 publicó, junto con su amigo
Engels, el MANIFIESTO COMUNISTA, en el que se exponen las principales ideas
marxistas y se llama a todos los proletarios del mundo a unirse en la lucha
contra la burguesía capitalista.
Además
de la lucha de clases, la doctrina
marxista defiende la supresión de la propiedad privada de los medios de
producción, la dictadura del proletariado, una economía colectivista, una
visión materialista y atea del hombre y – como resultado final – una sociedad
sin clases y sin Estado.
DE LEÓN XIII A PÍO XII.
León XIII (1.878-1.903).
La respuesta de la Iglesia a la
cuestión social vino con cierto retraso: gran parte de la clase obrera se
apartó de la Iglesia por considerarla aliada del capitalismo y demasiado
paternalista.
Es
cierto que la Iglesia, cercana a la nobleza, se respiraba un clima de fatalismo
y resignación ante las situaciones de pobreza y miseria, que movían a la
compasión, a dar limosna y a prestar ayuda asistencial y caritativa. Pero
también es cierto que hubo grandes pioneros de la acción social de la Iglesia,
tales como Ketteler y Kolping en
Alemania; Charles de Coux en
Bélgica, el cardenal Mannig en
Inglaterra, y en España el padre Vicent,
fundador de los “Círculos Católicos Obreros”.
La
alta jerarquía de la Iglesia tardó en reaccionar ante los problemas sociales
debido, en parte, a la situación política que vivieron los papas durante el
siglo XIX; algunos fueron hechos prisioneros o sufrieron la invasión de los
Estados Pontificios y la expropiación de los bienes de la Iglesia; por otro
lado, aún estaban abiertas las heridas producidas por la Revolución Francesa.
A finales del siglo XIX, ya con
cierta distancia y conocimiento ponderado de los hechos, la Iglesia se
pronunció oficialmente en torno a la cuestión social por boca del Papa León
XIII; en 1.981 publicó su encíclica Rerum novarum, donde señala una solución
intermedia entre el capitalismo y el socialismo.
·
Frente al socialismo. Declara el derecho
natural a la propiedad privada, pero sin olvidar la función social; condena la
lucha de clases, pero reconoce el derecho a asociarse para defender los
intereses.
·
Frente al capitalismo. Proclama el valor
del trabajo, el derecho a un salario digno y la obligación del Estado de
proteger los derechos públicos y privados sin abusar de su poder, no llegar a l
totalitarismo.
Pío XI (1.922-1.939).
Cuarenta años después de la Rerum Novarum, Pío XI publica su encíclica Quadragesimo anno.
http://es.wikipedia.org/wiki/Quadragesimo_anno
En estos cuarenta años habían sucedido una serie de acontecimientos que repercutieron profundamente en la sociedad. Pío XI creyó necesario actualizar la doctrina social de la Iglesia.
Acontecimientos importantes.
·
Primera guerra mundial
(1.914-1.917).
·
Crisis económica de 1.929.
·
Corrientes autoritarias
que se van imponiendo con fuerza: comunismo, nazismo y fascismo.
·
Socialismo como
alternativa a un capitalismo en crisis.
·
Auge del sindicalismo.
Encíclica Quadragesimo anno.
En la primera parte hace una
lectura de la Rerum Novarum, celebrando el bien que ha hecho en las relaciones socio-laborales.
La
segunda parte trata aspectos socioeconómicos, como el derecho natural a la
propiedad privada siempre que cumpla su función social, contrato social entre
capital y trabajo, promoción del proletariado, el salario justo y la
restauración del orden social en base al principio de subsidiaridad y justicia social.
|
Pío XII (1.939-1.958).
Elegido papa pocos meses después
de acabar la guerra civil española y algunos meses antes de estallar la Segunda
Guerra Mundial, su preocupación tenía que ser forzosamente la paz y la
concordia. Pero durante su pontificado ocurrieron unos acontecimientos de gran
trascendencia histórica:
·
Segunda Guerra Mundial:
35.000.000 de muertos; exterminio de etnias, sobre todo judíos; emigración de
miles de familias; desaparición de la infraestructura industrial en gran parte
de Europa.
·
Plan Marshall para la
reconstrucción de Europa, desvastada por la guerra.
·
Sistema de capitalismo
mixto ( o liberalismo matizado por Keynes), que combina el mercado libre y la
intervención del Estado; sistema apoyado por la socialdemocracia y por la
democracia cristiana.
·
Esfuerzos orientados a
implantar el estado del bienestar, que garantice un determinado nivel de vida
para todo ciudadano y cubra determinadas necesidades comunes en sanidad y
educación.
·
A este capitalismo se
enfrenta el comunismo, implantado en la Unión Soviética y en los países
ocupados por ella durante la guerra, que rechazan el Plan Marshall,
autoexcluyéndose del sistema económico internacional.
·
División de bloques Este /
Oeste: carrera armamentística y guerra fría bajo la amenaza de guerra nuclear.
·
Creación de la ONU (1945),
formada por 51 estados, y Declaración Universal de los derechos humanos
(1.948).
·
España, tras el desastre
de la guerra civil, no participó en la segunda guerra mundial, pero se vio
aislada del resto de Europa bajo la dictadura franquista, que prohibió los
partidos políticos, impuso el sindicato único y declaró el Estado Confesional
Católico.
IGLESIA CONCILIAR: JUAN XXIII Y PABLO VI.
Juan XXIII (1.958-1.963).
Juan XXIII fue elegido papa cuando tenía 77 años. Al ser tan anciano se pensó que sería un papa de transición. Pero su personalidad llamó la atención del mundo entero, despertando una gran simpatía por su sencillez y cordialidad. Sorprendió a todos convocando el Concilio Vaticano II. Su pontificado, aunque breve, fue tan intenso y tan vital, que dejó huellas imborrables en la historia reciente de la Iglesia.
Es la actualización de la Rerum
Novarum en su 70 aniversario, especialmente en lo que se refiere al salario, a
la estructura de producción y justicia y a la propiedad privada, enfocándolo
todo desde una nueva visión: la socialización como proceso de acercamiento de
las clases sociales.
Llama
la atención sobre los desequilibrios producidos por el desarrollo económico a
nivel sectorial (industria, agricultura y servicios) y denuncia la situación de
subdesarrollo y superpoblación del Tercer Mundo que, por falta de entendimiento
y de solidaridad entre las naciones, está llegando a extremos insostenibles.
Hace
una llamada mundial a la colaboración de todos alrededor de la verdad, de la
justicia y del amor.
|
Ante la amenaza de una guerra
nuclear, Juan XXIII se dirige no solo a los católicos sino a todos los hombres
de buena voluntad, llamándoles a construir la paz sobre el respeto a las
exigencias éticas fundamentales que debe regir la vida social en todos los
niveles:
·
En el nivel personal: correlación entre derechos y
deberes en la misma persona, y reciprocidad de estos entre personas distintas.
·
En el nivel comunitario:
comunidades políticas, función de la autoridad, el bien común, formas de
gobierno y comportamiento de los ciudadanos.
·
En el nivel mundial:
autoridad política mundial establecida por acuerdo entre las naciones (ONU)
para solucionar los problemas mundiales.
Además el papa llama a los
cristianos a comprometerse en el campo político
y en la vida pública.
Inaugurado por Juan XXIII en
octubre de 1.962, el Concilio Vaticano II fue clausurado por Pablo VI el 8 de
diciembre de 1.965. Todas las cuestiones tratadas en el Concilio se pueden
agrupar en torno a las dos dimensiones fundamentales de la Iglesia: interna y
externa.
Entre
los documentos referidos a la dimensión externa, destaca la constitución
pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual (Gaudium et spes), que marcó un
hito importante en el desarrollo de la doctrina social de la Iglesia.
El
documento comienza expresando la
solidaridad de la Iglesia con todos los seres humanos, especialmente con los
pobres y con los que sufren.
En
la primera parte se resalta la dignidad de la persona, las relaciones
fraternas dentro de la comunidad humana, el sentido del trabajo y la misión de
la Iglesia en el mundo actual.
En
la segunda parte se abordan los problemas más acuciantes de la sociedad
moderna en el ámbito familiar, cultural, socioecnómico y político. Ante la
amenaza de una guerra, el Concilio llama a todos los pueblos a que se unan y
fomenten la paz, estableciendo nuevas fórmulas de cooperación internacional que
den al progreso un sentido más integral y humano.
Pablo VI (1.963 – 1.978).
Fue elegido para durante el
Concilio, que presidió a partir de la segunda sesión. De carácter discreto y
abierto, sintió una gran preocupación por los problemas de la Iglesia y de la
humanidad. Era especialmente sensible a los problemas sociales y mostró un
talante cercano y dialogante hacia los regímenes comunistas de la Europa del
Este.
Al terminar el Concilio,
emprendió una serie de viajes por todos los continentes. Se presentó en la ONU
para llevar un mensaje de paz a los dirigentes de las naciones. Reunió a los
obispos latinoamericanos en Medellín para analizar la peculiar situación de aquella iglesia.
Viajó a África y Asia para conocer un mundo subdesarrollado del que se hace co
en su célebre encíclica Populorum
progressio.
Dirigida a toda la humanidad, da
una visión ética y cristiana de cómo debe ser el verdadero desarrollo: integral
y solidario.
En la primera parte hace una
llamada urgente a la solidaridad con los más pobres de la Tierra para que
accedan a una vida más humana, que para por los bienes materiales, la
propiedad, la cultura, el reconocimiento de los derechos, los valores
religiosos, etc.
La segunda parte, basándose en la
igualdad de la naturaleza humana y en el hecho de que todos somos hijos del
mismo Padre, propone caminos de solidaridad, de justicia social y de caridad
universal.
Conmemora los ochenta años de la
Rerum Novarum, iniciando “una nueva reflexión para la comprensión de la
dimensión política de la existencia y del compromiso cristiano, y estimulando a
la vez el sentido crítico con relación a
las ideologías y utopías subyacentes en los sistemas socioeconómicos vigentes”.
LA IGLESIA ACTUAL: DE JUAN PABLO II A FRANCISO I.
El problema social de nuestro tiempo.
Durante el largo pontificado de
Juan Pablo II se producen una serie de acontecimientos y problemas sociales a
los cuales él ha ido dando respuesta puntual en sus encíclicas:
·
La confrontación entre
bloques no solo es de orden ideológico, político y militar, sino también
económico; lo que agrava el problema mundial del subdesarrollo.
·
A pesar de que la humanidad
dispone de más recursos económicos, de mejore técnicas de conservación de
alimentos, medios de transporte más rápidos y mejores canales de distribución,
sin embargo las necesidades y desigualdades entre las personas, lejos de
disminuir, aumentan.
·
En 1.975 se produce una
crisis económica a consecuencia de la gran subida de precios del petróleo. Esto
provoca una caída de la producción y un aumento de los niveles de paro.
·
En los países ricos el valor
de la energía se pasa al capital. Crecen las compañías trasnacionales que manejan los hilos de la economía, de la
producción y del consumo.
·
Se agrava el problema
ecológico: lluvia ácida, destrucción de la capa de ozono, residuos químicos y
nucleares, extinción de especies vegetales y animales, desertización, etc.
·
En Occidente crece el consumo
como motor que mueve la economía. El problema del paro se palia con el subsidio
de desempleo. Pero se crea una mentalidad consumista que convive con grandes
bolsas de pobreza provenientes fundamentalmente del paro.
·
En el Este la situación es
cada vez más desastrosa hasta el derrumbamiento de todos los países del bloque
comunista al final de la década de los 80.
·
La CEE se transforma en la
UE, emprendiendo una serie de reformas económicas que trastocan el panorama socio-laboral.
En España, por ejemplo, durante los años 80 trabajan en el campo entre un 15% a
un 20%; en los años 90 desciende a un 7%.
·
Se producen una serie de
problemas sociales en cadena: miseria, explosión demográfica, emigración,
xenofobia, racismo, marginación, violencia, etc.
Juan Pablo II conmemora la Rerum
Novarum en su noventa aniversario, respondiendo a los nuevos retos
ético-sociales que plantea el mundo del trabajo.
En primer lugar, presenta una
revisión profunda del sentido del trabajo que, ante la situación del paro,
comienza a ser un bien escaso pero necesario tanto en su dimensión espiritual
como material.
Analiza desde una actitud crítica
el capitalismo y el colectivismo buscando las diferencias y las coincidencias
entre ambos sistemas.
Invita a transformar ambos
sistemas siguiendo el principio de la “prioridad del trabajo sobre el capital”
y la exigencia de que el capital y los instrumentos de producción estén al
servicio del trabajo y de la persona.
Pide respeto a los principios y
valores fundamentales: la dignidad humana, la solidaridad, la justicia social y
el trabajo.
Es una llamada a la conciencia
social ante la situación dramática del “Tercer Mundo”, solicitando un
desarrollo más integral y solidario.
Siguiendo las líneas de la Popularum Progressio, marca las líneas
del verdadero progreso que debe integrar todas las dimensiones propiamente
humanas: política, económica, religiosa y también ecológica, para que el ser
humano se desarrolle como imagen de Dios.
Conmemora desde la gratitud el
centenario de la Rerum Novarum, haciendo
una nueva lectura de esta encíclica.
Encíclia del Papa Francisco.http://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html |
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