TEMA 2. PROBLEMAS MORALES Y SOCIALES DE NUESTRO TIEMPO.
OBJETIVOS:
1. Observar los síntomas más significativos de la crisis moral, buscar sus raíces y plantear algunas líneas de acción para salir de ella.
2. Tomar conciencia de los problemas que afectan a la vida y a la dignidad humana, y de la necesidad de tomar medidas para solucionarlos.
3. Ser conscientes de los problemas que afectan a la justicia social y de la necesidad de crear un orden social más justo.
4. Conocer el compromiso social cristiano de promover la solidaridad y la paz, el ejemplo de Jesús y los testimonios de su Iglesia.
CRISIS MORAL.
Crisis de valores.
Valor es todo aquello que favorece la plena realización de la persona. Existen diversas clases de valores: sensibles, útiles, vitales, éticos, estéticos, intelectuales, religiosos... “El valor moral consiste en la realización de los demás valores, respetando la jerarquía objetiva (Max Scheler).
Entendemos por crisis de valores la falta de referencias o criterios objetivos para establecer una escala donde cada valor tenga su debido lugar. Por eso la crisis de valores siempre es una crisis moral.
Max Scheler
1. Valores de lo agradable y lo desagradable: placer-dolor sensible.
2. Valores vitales: salud-enfermedad, alegría-aflicción, éxito-fracaso.
3. Valores espirituales:
• Estéticos: belleza-fealdad.
• Éticos: justicia-injusticia.
• Intelectuales: verdad-falsedad.
4. Valores religiosos: lo sagrado-lo profano.
Según podemos apreciar, en esta clasificación aparece el valor ético, pero no el valor moral. Para M.Scheler, el valor moral carece de materia o contenido propio y consiste en la realización de los demás valores dentro de un orden jerárquico objetivo.
En realidad, quizá el valor moral coincide exactamente con lo que tradicionalmente se ha llamado “virtud”. Los griegos utilizaban la palabra areté para designar lo que nosotros llamamos “virtud”. Ya desde Platón es habitual decir que las cuatro virtudes fundamentales o cardinales son la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza. Interpretadas desde la perspectiva del valor, podríamos definirlas así:
1. Prudencia. Es el arte de discernir el valor que ha de ser elegido – y en qué medida – en cada caso.
2. Fortaleza. Es el coraje para realizar y defender el valor.
3. Templanza. Es la moderación ante los valores inferiores (de tal manera que no dañen a los superiores).
4. Justicia. Es el respeto y la lucha por los valores de que gozan (o deberían gozar) los demás.
Profundizar en estas definiciones tan elementales y necesariamente incompletas podría ayudar mucho en la comprensión del valor moral y en el análisis de la crisis de valores que hoy padece nuestra sociedad.
Vacío moral.

En una sociedad sin puntos absolutos de referencia, cada cual eleva a categoría de absoluto los valores relativos dependientes de las circunstancias o situaciones en que vive. De esta forma surge un relativismo moral, donde el criterio dominante es el “depende”.
El relativismo moral conlleva una actitud de permisividad e indiferencia moral regida por el “todo vale”. Pero donde todo vale, nada vale; unos se comportan de una manera “porque sí” y otros actúan de otra manera “porque no”. Fallan razones y argumentos, y es que donde no hay principios ni fundamentos todas son opiniones “porque sí” (pensamiento débil); donde no hay una razón universal que dé cohesión y coherencia al pensamiento, todo son fragmentos; se vive en la incoherencia y hasta en la contradicción.
Occidente vive una época de vacío ideológico, de desconcierto moral, de crisis de valores. No es que hayan desaparecido los valores. Lo que ha desaparecido es el punto de referencia absoluto de los valores, el valor supremo, aquello que todos reconocen, aceptan y valoran sin discutir.
Decía Gandhi

Sin embargo, esta relación cordial se ve corregida en una sociedad moderna y secularizada, donde la moral queda relegada al ámbito de la autonomía individual.
La cultura moderna creó un tipo de persona racionalista e individualista
Pero en estos últimos años hemos visto derrumbarse el mito del progreso.

SÍNTOMAS DE LA CRISIS MORAL.
Superficialidad.
Ante la falta de horizonte surge un tipo de persona extravertida hacia lo que satisface instantáneamente sus apetencias, una actitud consumista que busca la felicidad en lo inmediato, en lo efímero, en lo superficial, perdiendo la dimensión de profundidad, interioridad, espiritualidad, de futuro, de esperanza.
Vivimos en una sociedad sometida a cambios continuos y rápidos, infinidad de objetos reclaman nuestra atención, sin profundizar en ninguno. Vivimos una cultura de zapping: la gente va pasando por los distintos programas, ambientes, relaciones, amor, amistad..., satisfaciendo solo la curiosidad; o “mariposea” de flor en flor posándose solo en lo superficial y sin captar lo esencial; con frecuencia se olvida de que “lo esencial es invisible a los ojos” y que “solo se ve bien en el corazón”.
Desmoralización.

Ante la falta de horizonte surge también la desmoralización, el cansancio y el desfondamiento, tras comprobar que la cultura de la satisfacción no logra realizar de un modo pleno a la persona.
Por otro lado, hoy vivimos en una sociedad donde los niños nacen y crecen con sus deseos satisfechos, sin necesidad de esforzarse y luchar por conseguir sus gustos. Con estos antecedentes es fácil derrumbarse y venirse abajo ante las adversidades, dificultades y contratiempos.
Todavía los mayores recuerdan aquellos tiempos de privaciones,
LOS CHICOS DEL CORO.
Corrupción.
EN 2013. El Consejo General del Poder Judicial dio a conocer un informe provisional del Servicio de Inspección según el cual los Juzgados y Tribunales tramitan un total de 2.173 procedimientos de especial complejidad, de los cuales 1.661 afectan a tipos penales de corrupción política y económica: prevaricación, cohecho, malversación de caudales públicos, tráfico de influencias, estafas o apropiaciones indebidas, entre otros
Esta situación de vacío moral es el caldo de cultivo para la corrupción, negocios sucios, dinero negro, especuladores, fraudes..., por un lado, y para la permisividad, droga, promiscuidad sexual, pornografía..., por otro.

Cuando hemos llegado a establecer como pauta social indiscutible que el tener ha de ser nuestra aspiración primera; cuando un liberalismo salvaje ha borrado todos los escrúpulos y nos induce a buscar el máximo de ganancias, sin reparar en los medios; cuando ganar mucho, pero trabajando poco, es uno de nuestros sueños dorados, vamos tejiendo la estructura espesa de la inmoralidad que da como fruto normal la corrupción...

Esta corrupción no se resuelve solo con la intervención de la justicia, ni poblando de policías nuestras calles y plazas. La solución ha de llegar de la misma sociedad, cuando la mayoría de los ciudadanos que la formamos renunciemos a las pautas corruptoras que la dominan y nos decidamos a avanzar por criterios y conductas de verdad, de igualdad y de bien común (Javier Osés, Obispo).
VIOLACIÓN DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES DE LA PERSONA.

La falta de respeto a la vida humana.
La vida humana es el bien más valioso, fundamento de todos los bienes y fuente de todos los valores. La vida de cada persona tiene un valor en sí mismo que nadie tiene derecho a revocar. Pero el supuesto indiscutible del valor absoluto de la vida humana se va ensombreciendo en la práctica por continuas agresiones: suicidios, homicidios, muertes legalizadas, abortos, eutanasias, etc...
Por un lado, vemos que la vida humana es afirmada en sus raíces. Teóricamente, todos reconocemos que vivir es mejor que no vivir; reconocemos el respeto que merece la vida humana, la vida propia y la vida de los demás. La afirmación de la vida, como el bien más valioso del ser humano, responde a una convicción universal que se ha mantenido a pesar del cambio de culturas.
Por otro lado, vemos que la vida humana, de hecho, no es respetada. Vemos agresiones de todo tipo; personas agredidas por el hambre, las guerras, el terrorismo, el racismo y la xenofobia; personas que pierden las ganas de vivir y buscan refugio en la muerte. Vemos que a veces se juega impunemente con la vida de otras personas; que incluso en las pantallas de los cines la agresión y el crimen son objeto de complacencia y agresión.
La falta de respeto a la dignidad de las personas.
Por muchos títulos que alguien posea, ninguno igualará en dignidad y grandeza el hecho de ser persona. El ser humano descubre su propia dignidad cuando se siente persona. Ser persona nos iguala a todos en dignidad. Los títulos nobiliarios o académicos, los honores, las riquezas, el prestigio social, el poder político, la fama o la popularidad no añaden ni un ápice a la dignidad humana.
En la Declaración Universal de los Derechos Humanos se proclama que “todos los seres humanos nacen libres e iguales”. Tan dignos son los niños que nacen pobres y desheredados como los hijos de los magnates que nadan en la abundancia. Y tan dignos son los mendigos, drogadictos o alcohólicos como los reyes, héroes o santos. También los delincuentes gozan de la dignidad humana por el hecho de ser personas.
Pero así como no hay personas indignas, sí existen obras indignas de una persona. Degradan su propia dignidad de personas quienes atentan contra su propia vida o contra la vida de los demás, amenazan o quitan la libertad, utilizan la violencia frente a la razón, manipulan las mentes y las conciencias de los más indefensos, etc.
La dignidad humana exige el respeto a la singularidad, originalidad y especificidad de las personas como seres únicos, irrepetibles y libres, como sujetos (no objetos) abiertos a la trascendencia y llamados a realizarse de una forma plena. Pero ¿en qué se basa finalmente la dignidad de las personas? ¿En la capacidad de razonar? ¿En su capacidad de libertad para decidir lo que desea hacer con su vida? ¿Carecen entonces de dignidad los que padecen minusvalías o deficiencias mentales? ¿Dejan de ser dignas las personas que han perdido esa capacidad de decidir?
Para el cristiano, la dignidad humana se basa en la constitución del ser humano creado a imagen de Dios con capacidad para conocerle y amarle como hijo de Dios Padre y para dominar sobre los demás seres creados como colaborador de Dios Creador: “Dijo Dios: Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza” (Gn 1,26).
Teóricamente todos estamos de acuerdo en los principios y exigencias de la dignidad humana, pero en la práctica vemos que esas exigencias no se cumplen: hay escándalos, vejaciones, trata de niños y mujeres, violaciones, tráfico de órganos humanos, tortura, mutilaciones, profanaciones de tumbas, etc.
Devaluación y pérdida del sentido de la sexualidad.

En los últimos años las conductas escandalosas y de violencia sexual han adquirido una gran resonancia social: abuso sexual a menores, violaciones, acoso sexual, perversión, utilización del sexo con fines comerciales, redes mafiosas para prostituir a jovencitas y jovencitos de países pobres, consumismo sexual, manipulación publicitaria de la miseria sexual heredada, ofertas de productos relacionados con el sexo para explotar la inmadurez sexual, pornografía
para explotar el morbo y la curiosidad adolescente, bombardeo de estímulos sexuales a través de anuncios comerciales, programas televisivos y teléfonos eróticos, etc.

Muchos sociólogos opinan que estos tipos de conductas se ven favorecidas por la crisis moral, el anonimato y estilo de vida de las grandes ciudades, la observación repetida de conductas inmorales en los medios de comunicación, la falta de educación y formación en los valores humanos, éticos y religiosos, el descenso de la presión jurídico-legal, etc.
H. Cox:
M. Vidal:
PROBLEMAS QUE AFECTAN A LA JUSTICIA SOCIAL.
Las grandes desigualdades sociales: un mundo de contrastes.

Las diferencias socioeconómicas entre el Norte rico y el Sur pobre son escandalosas:

• Dentro del Norte hay pobres de solemnidad. Dentro del Sur hay ricos también de solemnidad.
• Mientras unos no tienen empleo, otros están pluriempleados.
• Frente a sueldos de miseria hay sueldos millonarios. Y frente a contratos basura están los contratos blindados.
• Mientras unos mueren en la hartura, otros mueren de hambre.
• Mientras unos viajan en sus yates para disfrutar de paraísos naturales en países pobres, otros vienen en pateras a hacer los trabajos negros en países ricos.
• Mientras unos habitan en ricas mansiones y distintas según la época del año, otros no tienen ni donde caerse muertos.
• Mientras algunos animales domésticos comen y viven como personas, hay personas que trabajan como animales para poder comer y otras incluso mueren de hambre.
El clamor de los pobres.
Cincuenta años después de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) denuncia la terrible desigualdad de disponibilidad de alimentos entre los países más industrializados y los menos desarrollados.
Según el último mapa de nutrición, mas de 800 millones de personas de países en desarrollo padecen formas de desnutrición crónica y dos millones tienen serias carencias de vitaminas y hierro.
Al dar las cifras de los que padecen hambre en el mundo, tanto la FAO como la OMS toman el número de calorías como punto de referencia para determinar si la nutrición es adecuada o no, estimando que existe desnutrición si no se llega a 2.700 calorías diarias.
En el informe Estado mundial de la infancia 1.999, UNICEF denuncia que cada día mueren 35.000 niños por desnutrición o enfermedades que se podrían evitar con menos de la mitad del dinero que gasta Europa en bebidas alcohólicas.
Según Caritas, en España hay más de seis millones de personas que están en el umbral de la pobreza y cerca de dos millones en situación de pobreza severa.
Familias sin hogar.
También la vivienda es uno de los derechos fundamentales de la persona. Sin embargo, según el Informe sobre desarrollo humano 1.997, publicado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), más de mil millones de personas carecen de casa y unos 600 millones habitan en viviendas que representan una grave amenaza para su salud e incluso para su vida.
También hay que incluir aquí la trágica situación de los que han perdido sus casas a causa de los terremotos, huracanes, tormentas y también a causa de las guerras; o los que han tenido que huir de sus hogares a causa de la intolerancia, persecuciones y violencia: se calcula que hay unos 47 millones de refugiados y desplazados que sobreviven en tierra de nadie, a merced de la ayuda internacional.
Aunque no de una forma tan trágica, el problema de la vivienda afecta también a los países industrializados done hay más de cinco millones de personas sin techo, sobre todo en las grandes ciudades, como Londres con 400.000 personas sin casa, o Moscú, donde se cree que unos 60.000 niños viven en la calle.
Según un informe e Cáritas,
Este problema afecta sobre todo a inmigrantes, a personas con rupturas familiares y, como expresión extrema y más grave, a los indomiciliados y sin-techo. Según el Secretariado Interprovincial de los Hermanos de San Juan de Dios, la mayoría de los sin-techo son personas solitarias, solteros, separados, divorciados y casados que han huido o han sido expulsados de sus familias. Muchos de los transeúntes marginados son personas que han tenido situaciones o circunstancias adveras y han iniciado un proceso de desestructuración que pasa por el alcohol, la marginación y las drogas.
Desertización de la tierra.
¡Qué poco queda ya de aquella idílica imagen de los campos fértiles de África, que producían las dos terceras partes de los cereales consumidos en la antigua Roma! Hoy, dos tercios de la superficie son desiertos y sus bosques se reducen cada año a un ritmo tal, que dentro de un siglo todos habrán desaparecido, según el dictamen de los expertos.
Otras regiones conocidas por sus verdes selvas, como el Caribe o Iberoamérica, encierran una cuarta parte de las zonas desérticas del planeta. España es el País de la UE más afectado por el proceso de desertización, que ya afecta al 30% de su territorio.
La desertización no es un problema de pérdida de suelo, sino que influye también en la estabilidad y desarrollo de la geografía humana: está en correlación con la pobreza, la inseguridad y las migraciones. Lo vemos en África, donde gran parte de su población se ve obligada a emigrar a otras zonas más fértiles.
La degradación del suelo tiene un efecto multiplicador sobre los demás componentes del ecosistema, ya que afecta a la capacidad de regeneración de la cobertura vegetal, altera el ciclo hidrológico, produce cambios climáticos y repercute sobre el potencial faunístico. La gravedad de su amenaza reside en sus connotaciones de irreversibilidad, ya que todo el conjunto de la biosfera se ve degradado (J.L. Rubio).
COMPROMISO CRISTIANO.
Promover la cultura de la solidaridad y de la paz.

Cada vez son más las voces de expertos críticos que nos avisan de los peligros de un “desarrollismo ciego”. Según ellos, el desarrollo económico y tecnológico se está acercando a unos límites que amenazan la propia supervivencia del Planeta Tierra.
¿Y eso que actualmente el desarrollo se limita a un tercio de la población mundial! ¿Qué pasaría si este desarrollo se extendiera a todos los países de la Tierra? ¿Resistiría ésta tanta agresión?
Es evidente que no se puede universalizar el grado de bienestar del Norte rico. Tampoco se puede contener por mucho tiempo el malestar del Sur pobre sin que haya una explosión social. Ni mucho menos se puede adoptar una actitud de “¡sálvese quien pueda!”; esto provocaría una agresión a la naturaleza y una violencia de unos contra otros que acabaría en la destrucción o el suicidio colectivo.
Se impone una solidaridad inteligente que tenga en cuenta los límites ecológicos,

Los dos grande problemas de nuestro tiempo (destrucción del medio natural y desigualdades Norte/Sur) están tan estrechamente relacionados, que cuando el uno se agrava, el otro también. Por tanto, la solución tiene que ser también conjunta. Ir hacia unas relaciones más justas entre el Norte y el Sur supone:
• no expoliar los bosques del Sur para abastecer las industrias del Norte;
• no exportar los residuos tóxicos del Norte a los países y mares del Sur,
• no fabricar armamento en el Norte para venderlo en el Sur;
• no abaratar los productos agrícolas en el Norte para ahogar los productos del Sur,
• no embargar las economías del Sur con unos préstamos que no pueden pagar;
• sí invertir en programas de desarrollo, para que la gente no se vea obligada a emigrar;
• sí promover la transformación social desde los destinatarios, respetando y potenciando su cultura;
• sí favorecer la participación de la gente en la marcha del país;
• sí potenciar el círculo virtuoso, invirtiendo en educación, sanidad, promoción, empleo, producción...;
• sí perdonar la deuda que no puede pagar.
Solidaridad sin crear dependencias.

Las ayudas que prestan los países ricos a los países del Tercer Mundo ¿los liberan de verdad o los hacen más dependientes y esclavos? La verdadera solidaridad exige un esfuerzo por parte de todos. Este esfuerzo supone unas relaciones más justas entre Norte el Sur.
El ejemplo de Jesús.

Jesús sentía verdadera predilección por los pobres y marginados. ¿Es que a los demás no los quería? Jesús amaba a todas las personas; el amor, cuando es auténtico y sincero, lleva a la identificación con la persona amada. Por eso Jesús se hizo igual a nosotros, para que en Él pudiéramos identificarnos todos.
Este amor le llevó a identificarse con los más pobres y humildes, pues el amor hace iguales a los que se aman. Jesús no podía identificarse con los ricos que se habían distanciado de los pobres, creyéndose superiores, despreciándolos, privándoles de lo necesario, marginándoles. Jesús quería liberar a todos: a unos de su pobreza y miseria y a otros de su egoísmo y ambición ciega.
Su amor a la humanidad le hacía sentir la pobreza de los pobres, el hambre de los hambrientos, el dolor de los enfermos. Salía al encuentro de los que venían cargados de dolencias y sufrimientos; acogía a los que sufrían la soledad y el rechazo; sabía lo que pasaba por dentro de una persona cuando era despreciada y marginada, cuando no tenía trabajo, cuando era explotada, cuando no podía alimentar a los suyos ni darles casa.
Testimonio de la Iglesia.

Esta realidad luminosa y compleja, la unión de los hombres gracias a Cristo, el mundo de hermanos hijos de un mismo Padre, se llama en los evangelios el reino de Dios, proclamado e inaugurado por Jesucristo, que es su polo magnético: “Cuando me levanten sobre la tierra, tiraré de todos hacia mí” (Jn 12,32).
Síntomas del reino de Dios son “la salvación, la paz y la alegría que da el Espíritu Santo” (Rom 14,17), y si hay en el mundo un cuerpo privilegiado que deba manifestarlos, es la Iglesia.
La Iglesia es el grupo de hombres, reconciliados entre sí y con Dios, que creen en Jesús el Mesías ( 1 Jn 5,1), el Hijo de Dios (1 Jn 5,5), e impulsados por el Espíritu quieren acompañarlo en su labor salvadora, en la realización del reino de Dios en la tierra. Es el grupo de colaboradores de Dios (1 Tes 3,2; 1 Cor 3,9), que llevan el mensaje de la reconciliación (2 Cor 5,19), embajadores de Cristo por medio de los cuales exhorta al mundo a dejarse reconciliar.
Lo mismo que Cristo no vivió para sí, sino para todos los hombres, tampoco la Iglesia vive para sí misma, sino para el resto de la humanidad. Tres aspectos debemos considerar en la Iglesia: su ser, su quehacer, su decir.
El ser de la Iglesia: la unión.
No se puede identificar sin más
la Iglesia y reino de Dios. El reino es ahora una acción escondida y
universal de Dios, que hace fermentar la masa humana haciéndola subir
hacia la nueva creación, el nuevo cielo y la nueva tierra, la
inimaginable floración de la historia que desplegará su esplendor al fin
de los tiempos, cuando Dios reine completamente en todo (1 Cor 15,28).
Pero no podemos tampoco separar completamente Iglesia y reino de Dios. La acción que construye el reino fue incoada por Cristo y tiene ya sus resultados visibles: la Iglesia es primicia y símbolo del reino. Símbolo es una realidad que apunta a otra más alta, pero que de algún modo la contiene y la expresa. Si el reino de Dios es salvación, paz y alegría, unión, amor, igualdad y libertad entre los hombres, la Iglesia tiene que mostrar al mundo un esbozo de ese reino.
Iglesia y Salvación.
Hay cristianos que buscan en la Iglesia sólo
su salvación individual. ¿Han entendido el designio de Dios? Cristo no
murió solamente por los cristianos, sino por el mundo entero; pero la
salvación que él obtuvo, ¿está toda concentrada en la Iglesia o
administrada por ella? Según la Carta a los Hebreos, la fe que se
requiere para agradar a Dios se limita a este artículo: hay un Dios que
no es indiferente a los esfuerzos del hombre que lo busca (Heb 11,6). Y
hace mucho tiempo que hablan los teólogos de un bautismo implícito,
suficiente para salvarse.
De hecho, la Iglesia se presenta en el
evangelio como sal de la tierra, cuantía mínima respecto a la masa total
y dispersa en ella. La metáfora de la luz del mundo supone también un
vasto espacio oscuro donde brilla.
Sin embargo, la intención de Dios al enviar a su Hijo era salvar al mundo, a la humanidad entera, no a un grupo determinado (Jn 3,16-17; 1 Jn 2,2). La acción salvadora de Dios tiene, por tanto, que ejercerse también fuera de los muros de la ciudad que invoca su nombre.
La actividad de Dios en el mundo es
misteriosa e imposible de indagar; por lo que Cristo expone en las
parábolas del reino, es una acción paciente y sujeta a mil fracasos, por
culpa de la superficialidad, inconstancia o ambición de los hombres (Mt
13,1-9; 18,23 y parals.). Esa humildad divina encabritaba a muchos
judíos, que anhelaban una manifestación fulgurante. La acción de Dios
está tan entremezclada con las realidades humanas que toda prudencia es
poca para no confundir el trigo con la cizaña (Mt 13,24-30). A pesar de
todas las oposiciones, la obra va adelante, como germina la simiente (Mc
4,26-29) o fermenta la levadura (Mt 13,33), duerma el hombre o vigile.
Coge a uno por sorpresa, mientras cava un campo o trafica en perlas (Mt
13,44-46).
Aunque no podemos medir la acción de Dios ni diseñar
su mapa, sí sabemos que consiste en promover el amor entre los hombres.
Donde se percibe un avance en la fraternidad humana, cuando se oye el
derrumbe de una valla, allí está Dios que empuja.
Su campo es el mundo (Mt 13,38). A ciertos hombres, en mayor o menor número según sus planes y las vicisitudes históricas, descubre su esplendor, reflejado en el rostro de Cristo ( 2 Cor 4,6), llamándolos a la fe. La Iglesia es un fruto visible de la acción universal de Dios, el que lleva su etiqueta. Los demás son anónimos; tantos hijos tendrá Dios en el mundo que no reconocen al Padre, aunque él da el apellido a toda familia en cielo y tierra (Ef 3,14-15). Algunos, sin embargo, lo han visto y lo han reconocido en Jesús (Jn 14,7); son los cristianos.
En Palestina no formó Jesús un grupo esotérico de discípulos; si eligió a doce, fue para enviarlos a todo Israel (Mt 10,1-6). El predicaba en las sinagogas y a cielo descubierto, llamaba a todos, buenos y malos, piadosos y descreídos. No empezó una nueva secta; al contrario, tiró abajo las barreras levantadas por los fariseos, tras las cuales los no versados en la ley vivían sin religión pensando quedar fuera del grupo de elegidos. Jesús enfrentó a todos con la decisión que exigía el reino.
La
Iglesia nació de la negativa de Israel. La constituyeron los que creían
en Jesús como Mesías prometido y Salvador enviado por Dios. Fue el fruto
visible de la obra de Cristo en medio de todo su pueblo.
No
conocemos los modos ni las etapas de la salvación que Dios actúa entre
los no cristianos. Para el hombre que llega a la fe, el bautismo perdona
sus pecados, lo incorpora a Cristo y le infunde el Espíritu; ésta es la
salvación. No es fruto laborioso de una vida de esfuerzo, sino regalo
generoso de Dios. Culminará en el futuro del reino, pero está ya
concebida. “Con esta esperanza nos salvaron” (Rom 8,24); la garantía y
el sello es el Espíritu (Ef 1,13-14).
La salvación que Dios concede no exime de responsabilidad, exige la respuesta de la fe, que es la entrega a Dios en el cumplimiento de su voluntad; y su voluntad manda que el hombre ame al hombre, su hermano.
Iglesia y vocación.
La aspiración individualista a obtener la propia salvación no explica, por tanto, la existencia de la Iglesia; Dios salva también fuera de ella. Su propósito, al reunir un grupo de hombres, tiene que ser diverso.
Pertenecer a la Iglesia supone una vocación especial; ninguno se acerca a Cristo si el Padre no lo empuja (Jn 6,44).
El
Padre llama a la unión y hermandad; los cristianos son hombres que
viven bajo el signo del amor mutuo. En un mundo en que la solidaridad y
el amor parecen no ya difíciles, sino utópicos, la Iglesia tiene que
demostrar que son posibles. Por encima de las fronteras nacionales,
culturales, raciales, religiosas y sociales, enfrentándose con los
antagonismos, recelos y desprecios mutuos, tiene que actuar un nuevo
sistema de relaciones: confianza, concordia, solidaridad, colaboración,
interés por todos y prontitud para la ayuda. La Iglesia es una gema de
muestra que viene del tesoro de Dios, debe ser promesa cumplida,
esperanza verificada, porque lo que parecía ilusorio, el derribo de los
muros ancestrales, es en ella una realidad. Esta es la Iglesia, símbolo
del reino: la parcela de mundo donde el amor de Dios fluye libremente
hacia el prójimo, la prueba sorprendente de que la unión entre los
hombres es posible.
El grupo cristiano reconoce y declara no ser empresa humana; al que pregunta le muestra sus credenciales, la marca de taller. Así da testimonio del designio divino sobre la sociedad humana; su amor fraterno explicita la acción de Dios en el mundo y enseña a reconocerla cuando obra de incógnito.
Por eso la primera
preocupación de la Iglesia es mantener la unión; si fracasara en eso, su
papel habría terminado. La unión no es resultado de esfuerzo humano,
sino obra del Espíritu de Dios, pero los cristianos han de poner todo
empeño en afianzarla, fomentando la paz. La Carta a los Efesios pone de
relieve la importancia de este punto. Terminada la solemne oración al
Padre en que san Pablo pide para los cristianos una profunda experiencia
de Cristo (3,14-21), no sigue una exhortación a la vida moral; la
experiencia del amor que Cristo nos tiene ha de traducirse ante todo en
el testimonio de unidad; el Apóstol no teme se redundante al enumerar
los fundamentos y acicates para la unión: “Un cuerpo y un Espíritu, una
esperanza, un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos”
(4,5-6). Describe la conducta que la favorece: humildad, sencillez,
paciencia, amor y paz; así es como se vive a la altura del llamamiento
recibido (4,1-4).
El afán por la unidad no es sino respuesta al
mandamiento de Cristo: “Amaos unos a otros como yo os he amado” (Jn
13,34). En los años de vida juntos, Jesús fue educando a los apóstoles,
hasta que la última noche pudo llamarlos amigos. Les explica en qué
consiste su amistad: primero en ayudarlos sin escatimar nada: “No hay
amor más grande que dar la vida por los amigos” (Jn 15,13); segundo, en
la confianza: “Ya no os llamo siervos, porque un siervo no está al
corriente de lo que hace su amo; os llamo amigos, porque os he
comunicado todo lo que le he oído a mi Padre (Jn 15,15).
La
amistad de Cristo con los apóstoles es modelo para el trato entre
cristianos: interés mutuo que se traduce en ayuda, confianza que abre la
comunicación. Ambas notas aparecen en la primitiva comunidad de
Jerusalén, donde “todos pensaban y sentían lo mismo”; frase hiperbólica,
sin duda, pero que muestra por lo menos un acuerdo, fruto del
intercambio, capaz de integrar las diferencias de opinión; además,
“nadie consideraba suyo nada de lo que tenía”, de modo que “ninguno
pasaba necesidad” (Hch 4,32-34); la descripción está posiblemente
idealizada, pero señala una meta a la convivencia cristiana.
El decir de la Iglesia se ejercita en cuatro momentos: anuncio, diálogo, explicación y denuncia. Nos referimos siempre al intercambio del grupo cristiano con la sociedad que lo rodea.
Acción Pastoral.
La Iglesia está presente en todo el mundo. Su acción pastoral se extiende al ámbito social, asistencial, educativo, cultural. Solo en España, la Iglesia presta servicios sociales y asistenciales a cerca de un millón y medio de personas desatendidas. Dispone de unos 3.000 centros sociales diocesanos.

En Cáritas
trabajan unos 25.000 voluntarios dedicados a la atención de disminuidos físicos, ancianos, transeúntes, inmigrantes, drogadictos. También dispone de unas 900 casas para ancianos, enfermos crónicos, inválidos y minusválidos, y de unos 200 orfanatos.
Acción Misionera.
La Iglesia Católica tiene unos cien mil misioneros en todo el mundo, de ellos unos 25.000 son españoles. A través de las Obras Misionales Pontificias, las distintas comunidades católicas de todo el mundo envían asistencia económica a todas las misiones, siendo distribuida equitativamente, según las necesidades de cada misión. En 1.997 la Iglesia española cooperó con más de 2.500 millones de pesetas. Pero son tantas las necesidades, que la ayuda enviada de todo el mundo solo satisface un tercio de las cantidades solicitadas.
En 1.998 fueron asesinados siete misioneros en Ruanda, tres en la República Democrática del Congo, dos en la India, un obispo en Guatemala, un religioso en Paraguay, un obispo en Venezuela y un sacerdote en Brasil. Misioneros expulsados por denunciar la violación de derechos humanos en Chiapas (México), Ruanda, Cuba y Laos. Tres misioneros fueron secuestrados en Sierra Leona y dos misioneras en Ruanda. También han sido encarcelados varios cristianos laicos, sacerdotes y un obispo en China, dos misioneros en la República Democrática del Congo y un sacerdote en Laos.
Colaboración con las ONG.
La Iglesia colabora también con organizaciones y personas de voluntad que se esfuerzan por promover la justicia, la paz o la libertad, gente buena que lucha por la promoción de los pueblos menos desarrollados, por la integración de los marginados, por los transeúntes sin hogar, por los ancianos abandonados, contra la explotación de los niños, contra el hambre y la pobreza, contra la violencia y la guerra, contra la destrucción del medio natural, etc.
Cada día crece el número de voluntarios que se incorporan a ONG para colaborar desinteresadamente en la construcción de un mundo mejor.
FUNDACIÓN VICENTE FERRER: http://www.fundacionvicenteferrer.org/es/
AYUDA EN ACCIÓN: http://www.ayudaenaccion.org/
MANOS UNIDAS: http://www.manosunidas.org/
AMNISTÍA INTERNACIONAL: http://www.es.amnesty.org/index.php
CRUZ ROJA: http://www.cruzroja.es/portada/
MÉDICOS SIN FRONTERAS: http://www.msf.es/
CARITAS: http://www.caritas.es/
JUEGOS PARA FOMENTAR LA SOLIDARIDAD.
SUEÑOS.
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