jueves, 4 de agosto de 2011

TEMA 8. CUARTO DE LA ESO.

EL MÁS ALLÁ.

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CRE0 EN LA RESURRECCIÓN DE LA CARNE

La fe cristiana lleva en su entraña la esperanza de resucitar a otra vida. En la experiencia de la enfermedad y de la muerte, el creyente aviva esta esperanza apoyado en las palabras que Jesús le dice a María en el momento de la muerte de su hermano Lázaro: “Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?”.

La aceptación de esta verdad central de la predicación de Jesús exige en los cristianos una fe y confianza tan grande en su palabra, que no es infrecuente que surjan dudas e incluso negación.


LOS MUERTOS RESUCITAN

Desde el principio, la fe cristiana en la resurrección ha encontrado incomprensiones y oposiciones. Ya lo constataba San Agustín: “En ningún punto la fe cristiana encuentra más contradicción que en la resurrección de la carne”.

Sin embargo, esta verdad es tan fundamental para la fe que, con palabras de TERTULIANO , se puede afirmar: “La resurrección de los muertos es esperanza de los cristianos: somos cristianos por creer en ella”.

Ya el mismo Jesús se encaraba con los saduceos, que negaban claramente la resurrección, diciéndoles:estáis equivocados porque no entendéis la Escritura ni el poder de Dios”, y termina la discusión con una pregunta: “¿No habéis leído en el libro de Moisés, en el episodio de la Zarza, lo que dijo Dios: Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob? No es Dios de muertos sino de vivos. Estáis muy equivocados. Mc 12, 24-27.

San Pablo más tarde, hace ver a algunos cristianos de la comunidad de Corinto que se resisten a aceptar esta verdad que la resurrección de los muertos está garantizada por la resurrección de Jesús: “¿Cómo es que dice alguno de vosotros que los muertos no resucitan? Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó y si Cristo no ha resucitado nuestra predicación carece de sentido y vuestra fe lo mismo…. ¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos”. (1 Cor 15, 12-20).

La Iglesia proclama y confiesa esta verdad al afirmar en el Credo:Creo en la resurrección de la carne” y celebra en la liturgia de difuntos cuando dice: “Porque la vida de los que en ti creemos, Señor, no termina, se transforma”. Prefacio de la Misa de difuntos.

LA FE EN LA RESURRECCIÓN DE LA CARNE

La fe de la Iglesia en la resurrección de la carne se concreta en la siguiente afirmación:

Creemos que todos los seres humanos resucitarán al fin del mundo con sus propios cuerpos.

·        Creemos que todos resucitarán. Todos los hombres que han muerto: “Los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida, y los que hayan hecho el mal, para la condenación” (Jn 5,29).

·        Con su propio cuerpo. Después de la muerte no habrá solamente vida del alma inmortal, sino que también nuestros cuerpos mortales volverán a tener vida. Catecismo de la Iglesia Católica, nº 990.

·        Al fin del mundo. La resurrección de los muertos está íntimamente asociada a la venida de Cristo: “El Señor mismo, a la orden dada por la voz de un arcángel y por la trompeta de Dios, bajará del cielo, y los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar”. (1 Tesal 4,16).

La resurrección de la carne, al fin del mundo, es el triunfo pleno de Jesucristo. Esta su segunda venida será gloriosa y victoriosa; será un día grande para todos los que creyeron en Él y se mantuvieron fieles a su palabra.

“Pues Él mismo, el Señor, cuando se dé la orden, a la voz del arcángel y al son de la trompeta divina, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que aún vivimos, seremos arrebatados con ellos en la nube, al encuentro del Señor, en el aire. Y así estaremos siempre con el Señor. Consolaos pues mutuamente con estas palabras”. 1 Tesal 4,15-18.

Esta es la fe creída y recordada por la Iglesia en su oración por los difuntos:

Recuerda a tu hijo a quien llamaste

De este mundo a tu presencia:

Concédele que, así como ha compartido ya

La muerte de Jesucristo,

Comparta también con él

La gloria de la Resurrección,

Cuando Cristo haga resurgir de la tierra a los muertos,

Y transforme nuestro cuerpo frágil

En cuerpo glorioso como el suyo.

Y a nuestros hermanos difuntos

Y a cuantos murieron en tu amistad

Recíbelos en tu Reino,

Donde esperamos gozar todos juntos

De la plenitud eterna de tu gloria;

Allí enjugarás las lágrimas de nuestros ojos,

Porque, al contemplarte como tú eres,

Dios nuestro,

Seremos para siempre semejantes a ti

Y cantaremos eternamente tus alabanzas.

         ( Plegaria eucarística III).


JUZGADOS EN EL AMOR

Resultat d'imatges per a "nos juzgaran por el amor"Mientras las personas están en el mundo pueden revocar y cambiar el rumbo de sus vidas. Llegada la muerte, la decisión de cada uno queda cerrada y fija para siempre. Con la muerte, se hace definitiva la orientación que se ha dado a la vida.

“Es necesario que todos seamos puestos al descubierto ante el tribunal de Cristo, para que cada cual reciba conforme a lo que hizo durante su vida mortal, el bien o el mal”. 2 Cor 5,10.

EL JUICIO DE DIOS

El juicio sobre nuestra vida se realizará inmediatamente después de la muerte. A éste se le conoce como JUICIO PARTICULAR para distinguirlo del JUICIO UNIVERSAL, en el cual se confirma públicamente el destino de cada persona.

ESTE JUICIO DE DIOS:

·        No produce temor. El juicio de la vida hecho ante Dios, que es Padre, lleno de ternura y misericordia, no puede producir temor al creyente: “En esto ha llegado el amor a su plenitud con nosotros: en que tengamos confianza en el día del juicio, pues como Él es, así somos nosotros en este mundo. No hay temor en el amor, sino que el amor perfecto expulsa el temor, porque el temor mira el castigo; quien teme no ha llegado a la plenitud del amor”.1 Jn 4, 17-18.

·        Dios juzga en verdad y justicia.  La historia de la salvación manifiesta, por una parte, el derecho de Dios a juzgar a los hombres. Pero por otra parte, ese juicio ofrece toda la confianza, porque Dios no juzga por apariencia, sino que sondea las entrañas y los corazones, y nos conoce perfectamente. De ahí la seguridad de saberse en manos de Dios que juzga con justicia: “Para mí lo de menos es que me pidáis cuenta vosotros o un tribunal humano; ni siquiera yo me pido cuentas. La conciencia, es verdad, no me remuerde; pero tampoco por eso quedo absuelto: mi juez es el Señor.1 Cor 4, 3-4.

·        Dios no condena. El juicio de Dios no es el que hace el hombre culpable o inocente. Es el hombre el que toma la decisión; Dios, en su juicio, revelará el secreto del corazón del hombre y las decisiones que tomó en su vida. En este sentido afirma San Juan: Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para juzgar al Mundo, sino que el mundo se salve por Él. El que cree en Él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas”.Juan 3, 17-19.

JUICIO SOBRE EL AMOR QUE SE HA VIVIDO.

Se puede afirmar que el criterio o punto de referencia que presidirá el juicio de Dios será el amor.

“A la tarde de la vida te examinarán en el amor”.

San Juan de la Cruz.

Será un juicio sobre:

*El amor a Dios.Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. Mt 22,37.

El que acepta mís mandamientos y los guarda, ése es el que me ama. Y el que me ama, será amado por mi Padre y yo le amaré y me manifestaré a él”. Jn 14,21.

*El amor al prójimo.  “Éste es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos mandamientos pende toda la Ley y los Profetas”. Mt 22, 39-40.

Para Jesucristo, el amor al prójimo tiene el mismo valor que el amor a Dios, porque Él mismo se identifica con ese prójimo, ya que “cuanto hicisteis a uno de esos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis” Mt 25,40.

Así, quienes han descubierto a Cristo en el prójimo y han demostrado ese amor con obras, serán reconocidos por Jesucristo. Quienes, al contrario, han rechazado el amor a Dios, volviendo la espalda a sus hermanos, escucharán la voz de Jesucristo: “En verdad os digo, no os conozco” Mt 25,12.

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